El precio está vinculado a la calidad y no se
puede desvincular de ahí. La clave en los precios está en el valor neto que
ofreces al mercado: cuánto das a cambio de cuánto. Evidentemente, para los
consumidores el precio es siempre un
coste, un sacrificio. Pero el precio
debe ir en sintonía con la calidad que ofreces.
Existe siempre la tentación de ganar cuota de mercado con un precio de penetración muy bajo. Se piensa que, si se abre mercado, se pueden ir subiendo luego. Bueno, vale, pero piensa qué es lo que va a valorar tu cliente: ¿precio o beneficio que le aporta tu producto/servicio? Si valoran el beneficio que les reporta tu producto o tu servicio, no entres nunca en precios de lanzamiento. Si valoran sólo el precio, evalúa si te interesa ese tipo de cliente, si vas a ser capaz de cubrir la demanda, y cuánto tienes que vender para ganar dinero (que vendas mucho, recuerda, no significa que esa línea tenga por qué ser rentable). Vale, lo hizo Dell, pero porque tenía más margen: costes de estructura más bajos al eliminar intermediarios y eran otros tiempos: al final ha optado por vender también en los canales tradicionales. Y fíjate que, incluso habiéndolo hecho bien, Dell lleva años tratando de quitarse de encima la imagen de vendededor low–cost vendiendo servicios a pymes.